¿Por qué después de las vacaciones sientes que odias tu trabajo? El síndrome postvacacional explicado
- Regina Cristo
- 5 sept
- 2 Min. de lectura

Regresar de vacaciones debería ser sinónimo de energía renovada, pero para la mayoría es justo lo contrario: apatía, cansancio, estrés y una productividad que se desploma hasta en un 30 % durante las primeras semanas, según estudios de Factorial. Este fenómeno, conocido como síndrome postvacacional, no es una enfermedad ni un diagnóstico clínico, sino una reacción natural a volver a una rutina rígida después de un periodo de descanso y libertad.
El problema es que, si no se gestiona bien, puede convertirse en un lastre para la motivación individual y para la cultura laboral de toda una organización.
¿Por qué afecta tanto este síndrome?
El detonante suele ser simple: enfrentarse de golpe a correos acumulados, horarios estrictos y cargas laborales mal distribuidas. A eso se suma un liderazgo poco empático y la presión de retomar proyectos de inmediato, factores que intensifican el malestar. Los síntomas son claros y bastante universales: falta de energía aunque se haya dormido bien, pérdida de interés por las tareas diarias, irritabilidad, insomnio y, en algunos casos, una sensación de rechazo hacia la oficina. Lo más peligroso no es la incomodidad momentánea, sino que estas emociones pueden perpetuarse y afectar directamente la retención de talento y el clima organizacional.
Estrategias prácticas para volver con fuerza
La buena noticia es que se puede prevenir y, en gran parte, depende de cómo se aborde el regreso. En lo personal, funciona mucho un retorno gradual: ajustar horarios de sueño antes de reincorporarse, planear metas alcanzables y mantener pequeños hábitos del verano como caminar al aire libre o desconectarse de las pantallas por la noche. También es clave no abandonar la serenidad vacacional: reservar espacios de disfrute, aunque sean breves, ayuda a que la mente no sienta el contraste como un castigo.
Del lado de la empresa, la diferencia la marca el liderazgo. Un jefe que entiende que los primeros días no son para sobrecargar, sino para acompañar, logra que la gente se adapte más rápido y con menos resistencia. Ajustar la carga de trabajo, repartir responsabilidades de forma estratégica e incluso impulsar proyectos motivadores son gestos simples que se traducen en mayor compromiso. Hoy, más que nunca, la gestión del bienestar no es un “detalle lindo para los colaboradore”, sino un componente real de la productividad.
El síndrome postvacacional es incómodo, pero también una oportunidad. Las compañías que reconocen su existencia y lo gestionan con inteligencia convierten un problema temporal en un catalizador para fortalecer su cultura laboral. Al final, el regreso no debería sentirse como el fin de la libertad, sino como el inicio de un ciclo renovado en el que las personas quieran estar.
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